De granito, de aquel viejo mármol cincelado
a través de diez generaciones de orfebres,
un prodigioso muro de hormigón -en estos tiempos-
que no cede ni tan siquiera al polvo de las alas de una mariposa,
sin una amorosa grieta por la que susurrar,
piedra más dura que los azotes de un padre,
rigurosa moral, indestructible solidez
del nervio y la razón,
ciega a los duelos,
muda a la vida, inaccesible ética
que no da su brazo a torcer,
discurso monolítico, exclamativo,
muy de la primera persona del plural,
tú, que apenas has aguantado al minuto 30
para no reír,
para no mondarte,
para no partirte
por la mitad de una sola carcajada
y deshacerte en polvo.
2 comentarios:
Aquí estoy recordando viejos tiempos leyendo un poema parecidos a esos que yo nunca entendía y que con el tiempo comienzo a apreciar. Saludos de un pequeño pueblo andevaleño que nunca se te olvidará
Pena penísima la de mi marcha andevaleña. He de volver, como las oscuras golondrinas, por allí, porque dejé mis maletas, mis amigos, mis perros olvidados.
Lametazos.
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