Perras las palabras, porque algunas muerden tras saltarte a la cara. Lo mismito, pero con los poemas de Iribarren, que te saltan, te muerden y ahí te pudras.
Un teléfono arrancado,
un coche celular que frena, me mira
y vuelve a acelerar,
restos de una barricada ardiendo,
los semáforos como muertos puestos de pie,
este frío
que casi impide
respirar:
ésa es
la inhóspita geografía
que he atravesado esta noche
para llegar hasta ti.
Tu piel,
mi país, donde el sol
se quedó a vivir.
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